Encontrar un lugar.
Un lugar donde las ideas fluyen, se alimenta tu alma y el tiempo se para.
Parar y respirar.
Respirar, observar y escuchar.
Escuchar los recuerdos que vienen a tu mente y se reflejan en imágenes que no dejan de pasar ante tus ojos.
El sonido del agua que baja despacio entre las rocas, arrastrando las hojas que un día estuvieron vivas.
Encontramos restos de lo que la semana anterior estaba cubierto de un manto blanco helado. En su paso ha dejado un paisaje que hacía tiempo que no veía.
El frío poco a poco parece que se hace más pequeño pero las mejillas y nariz se tiñen de un color rosado y los labios comienzan a agrietarse.
Disfrutar de la compañía de mi gente, enzarzarnos en una guerra de bolas de nieve y dibujar formas que desaparecerán en pocas horas.
Saltar y reír sin sentido pero por un motivo, disfrutamos de ese momento.
Imaginarte historias en cabañas encantadas y contar batallas de lo que ocurrió hace años. Ser consciente que el paso del tiempo os ha cambiado pero seguís unidos por mil recuerdos.
Caminamos.
Un camino que he recorrido muchas veces y siempre me descubre una nueva sensación.
Paseo en blanco donde perderse para encontrarse.
Prádena, Segovia.